domingo, 13 de junio de 2010

Mirada sincera

Tú me hiciste revivir de nuevo aquellos sentimientos olvidados en el fondo de mi corazón. Deseos de sentir tu piel en mis manos, caricias suaves como la seda y sueños secretos en tus pechos. Apareciste en mi vida un mes de Abril y desde el momento en que te vi supe que algo iba a cambiar en mi vida. Una nueva ilusión afloró en mi mente y el poder verte cada día se convirtió en una obsesión. Tú te dejabas querer, o eso es lo que yo pensé en ese momento. Siempre sonreías con mis ocurrencias. Tus manos cogían mis brazos cada vez que me hablabas en un acto reflejo que quizás yo interpreté equivocadamente. Me buscabas a la hora del café, y te sentabas mientras el perfume de tu piel invadía todo mi ser. Yo estaba dispuesto a lanzarme en tus brazos, dejarlo todo por ti y empezar una nueva vida a tu lado. Y todo se vino abajo el día que te vi con él. No le sonreías como a mí, no le cogías el brazo, ni siquiera te acercaste, pero aquella mirada… Con aquella mirada le diste tu ser, le entregaste todo tu cuerpo y tu alma. Comprendí que lo mío había sido un sueño, una mala jugada de mi mente que de pronto me golpeó sin piedad. Desde entonces no puedo olvidarte, pero en verdad aprendí una lección. Los gestos, las sonrisas, las caricias, pueden ser como un espejo de feria, pueden crear ilusiones en los ojos de quien ve reflejado, pero una mirada es un cristal transparente que deja ver con toda claridad los sentimientos del corazón.